La estrella pentagonal y el caminar sobre las aguas nos recuerdan que las tentaciones invierten la forma sagrada y empujan al ser a perderse de sí mismo.
Durante la Séptuagésima Semana de Daniel todo conspirará para hacernos perder la fe, la paz y la armonía. Solo nos sostendrá el pedido de Misericordia y de Clemencia Divinas, que permite navegar los mares de la 4D planetaria sin hundirnos, hasta que la Fe crezca y llegue el momento de caminar sobre las aguas.
Tengamos presente la Ley hermética de Correspondencia y apliquémosla para inferir la relación entre distintos universos de conciencia.
Cada uno de nuestros cuerpos inferiores —físico, etérico, emocional y mental—, reconocidos así por la metafísica tradicional, determina un universo de conciencia. Desde tercera dimensión, el plano físico (3D), este hecho es el más fácil de percibir: nos vemos de una forma (plano físico), sentimos de otra (plano emocional), pensamos de otra e incluso nos contradecimos (plano mental), y lo que percibimos con los sentidos, con la emoción o con la mente, nos vibra bien o mal, igual o distinto (plano etérico) respecto de lo que vemos, sentimos o pensamos.
Esto ocurre porque nuestros universos no están unificados. Cada uno es “uno en sí mismo” y no reconoce a los otros co
mo partes del Uno, pues el velo de la ilusión refuerza la división y la separación del Uno; eso se traduce en soledad, miedo y diferencia. Todos los universos pueden unificarse únicamente en la Conciencia Crística.
Este hecho se repite en los universos kármicos —realidades paralelas a la nuestra en ascenso—, que se hallan en proceso de integrarse a la vibración del próximo estado de conciencia ascendido: el Universo de la Shekinah, también llamado “de la Paloma” o “del Espíritu Santo”.
La simplificación anterior —referida a nuestros cuerpos inferiores y a los estados de conciencia no ascendidos determinados por ellos— se realiza solo con fines didácticos.
Somos cocreadores con el Padre. Él nos hizo a Su imagen y semejanza. Si el Padre es Creador de Universos, nosotros también lo somos. Pero, al estar escindidos del Universo Padre por la caída dentro de la frecuencia del Universo del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, que crea la ilusión de separación y la repolarización en opiniones y divisiones propias de la mente, la emoción y lo físico, no alcanzamos a reconocer el poder que reside en el Uno. La oscuridad lo sabe y ha utilizado nuestra energía a través del miedo, la culpa y la duda.
Podemos repetirlo una y otra vez sin lograr dar el tono que nos reconecte, porque, para que ello sea posible, hay que entregar al Padre nuestras creaciones/hijos, tal como Él se lo pidió a Abraham.
Debemos entregar al Padre nuestras creaciones/hijos —visibles y no visibles—. ¿Cómo entregamos lo que ni siquiera vemos? Si lo viésemos o lo percibiésemos de algún modo, lo soltaríamos sin dudar, porque nuestras creaciones-hijo, fruto de malos pensamientos y malos deseos, son como monstruos que cargamos en nuestros cuerpos energéticos, tal como si fuesen fetos no natos que una parturienta se negara a dejar ir. Son creaciones fallidas que murieron en la mente sin ver la luz del mundo o, si lo hicieron, no recibieron la vitalidad necesaria: no pasaron de la infancia ni llegaron a dar frutos; o, si los dieron, fueron efímeros.
Necesitamos la certeza de que todo lo bueno que el Padre tiene para darnos —en abundancia— no suele llegarnos porque somos abundantes en basura energética 4D: la propia o la que, kármicamente, aceptamos de otros con quienes nos unen “otras vidas”. Para ellos no sabemos decir “no”, ni siquiera a sus desechos, que traen a nuestra puerta. Eso se llama ciclo kármico abierto.
La pregunta inevitable es: ¿cómo soltar lo que no vemos, pese a haberlo creado nosotros?
Soltando lo visible. ¿Qué muestra el mundo visible? Podemos comenzar a discernir qué nos sirve y qué no en las relaciones interpersonales —personales y sociales—.
Hoy existen muchas técnicas para trabajar vínculos adictivos, relaciones personales conflictivas, y también para observar esos procesos en otras creaciones-hijo, como proyectos y profesiones. Sin embargo, aunque haya logros, a veces todo se reinicia, como si nada se hubiera hecho.
Para comprenderlo, acudimos a la Geometría Sagrada y al simbolismo de la estrella pentagonal, guía para caminar sobre las aguas.En el universo kármico actuamos en forma pentadimensional. Bastará recordar el “Hombre de Vitruvio” de Leonardo da Vinci: el cuerpo humano, en armonía, contiene las divinas proporciones. El pentágono es una de las formas geométricas incluidas en él.
Si se trazan las diagonales internas de un pentágono se obtiene una estrella pentagonal. Los pitagóricos la consideraron emblema de la perfección y del supremo saber. Ha sido asociada con el misterio y la magia. Desde esta visión, representa aire, agua, tierra, fuego y espíritu. Cuando apunta hacia arriba, el espíritu busca la Luz; cuando se invierte (pentagrama invertido), el espíritu busca la oscuridad.
Cada pensamiento o emoción que experimentamos incide sobre nuestra estrella pentagonal, alineándola —o no— con los Universos de Luz.
Cuando una persona ha trabajado el perdón y la liberación y cuenta con la asistencia de su Alma y de su Yo Superior, también necesita fortalecer la Fe para que el umbral que separa su estado actual de conciencia se abra, expandiendo su percepción (en ese instante se quita un “implante candado”). Mientras esto no ocurra, vibrará en la estrella pentagonal, sintiéndose tironeada por sus elementos en desequilibrio.
Si la Misericordia y la Clemencia Divinas la alcanzan, superará el bloqueo y habrá ganado una batalla en su lucha interna/externa, acercándose más al Oficio de Cristo y a su misión; así, sus elementos estarán cada vez más equilibrados y atraerá a su vida la presencia de la Divinidad.
Si no lo logra, la estrella pentagonal se invertirá y volverá a cocrear oscuridad.
Las tentaciones invierten la estrella pentagonal, provocando que el ser se pierda a sí mismo. Durante la Séptuagésima Semana de Daniel todo conspirará para hacernos perder la fe, la paz y la armonía. Solo nos sostendrá el ruego de Misericordia y de Clemencia Divinas, que nos permitirá navegar la 4D sin hundirnos hasta que nuestra Fe crezca y llegue el punto de caminar sobre las aguas.
Que todas nuestras creaciones viajen siempre guiadas por el Viento del Espíritu en los mares planetarios de la 4D.
Que el Espíritu nos guíe siempre.
Con Amor Incondicional.
En la Gracia siempre.
Brinda Mair
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