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Profeta DanielEl 2006 es un año de cosecha multidimensional. Comienza ahora la profecía llamada la Septuagésima Semana de Daniel, en la cual se relata cómo será el cierre del ciclo, el final de los tiempos, el Juicio Final.

Nos aproximamos al cierre de ciclo que las profecías mayas anuncian. Antes de todo cierre debe haber un balance. Este será un año de balance multidimensional. ¿Qué significa? Que las buenas y malas acciones de uno y de otro lado del tiempo buscarán un vórtice de energía para equilibrarse.

La forma de equilibrarlo es el Oficio de Cristo y la manifestación de los dones del Espíritu Santo, porque ello nos permitirá ascender la energía no procesada de uno y del otro lado del tiempo. ¿Por qué la energía multidimensional no procesada viene hacia el aquí y el ahora? Porque la energía de este espacio-tiempo atrae a nuestros Yo multidimensionales a fusionarse aquí.

Voy a explicarlo de la forma más sencilla posible. Somos seres multidimensionales. Vivimos conscientes de una realidad tridimensional (3D), física, porque nuestro cerebro —que es tierra y también tridimensional— así lo reconoce. Usando el paralelo de la informática, nuestro cerebro 3D es como una de las primeras computadoras que trabajaban nada más que con lenguaje D.O.S.: puede realizar funciones básicas, como una máquina de escribir, pero no serviría para conectarse a Internet.

Así es nuestro cerebro en 3D: una computadora maravillosa pero obsoleta para aquello que se le quiere pedir. Por sí misma, no reconoce enlaces con otras dimensiones. Para obtenerlos, debe romper las estructuras que la condicionan hacia la 3D, tal como hacemos al actualizar un equipo: valoramos si podemos cambiar piezas para mejorarla o si conviene adquirir una nueva.

De igual forma, nuestra Alma Colectiva —la de todos nuestros Yo multidimensionales— sopesa si la diferencia entre karma y dharma de nuestro Ser Multidimensional justifica una “actualización menor” (cambiando algunas “piezas”, poniendo implantes más modernos que serán útiles para quien ha transmutado gran parte de su nivel de conciencia) o, en caso contrario, si aprovechará mejor la transición planetaria mediante un recambio total de la energía con la subsiguiente desintegración de lo que ya no sirve y lo mantiene anclado a la 3D: los cuerpos inferiores.

¿Cómo transmuta un ser? Quemando enlaces cuartodimensionales del miedo, lo cual le da flexibilidad y capacidad de movilizar sus formas geométricas. Esto le permitirá absorber progresivamente mayores caudales de Luz Verdadera porque su “carcasa”, su “gabinete informático”, se volverá más luminoso y flexible. ¿Su estructura no se lo permite? ¿No tiene la fe del tamaño de un grano de mostaza requerida para mover montañas? Entonces deberá entregar su materia.

Ahora bien, el Alma —para sopesar— no mira solo este espacio-tiempo lineal, sino la Multidimensionalidad. Lo hace a través del Alma Colectiva. El Alma Colectiva tiene conciencia de mi “vida grande” multidimensional: de todas “mis vidas” en el Experimento Terra de esta última rueda kármica, de este último ciclo de 13.000 años que termina en forma lineal y que los mayas —con conocimiento que no era de esta Tierra— dejaron escrito de forma admirable.

Pero esas “vidas”, nuestro cerebro 3D —acostumbrado al antes y al después— las percibe como “vidas pasadas” o “vidas futuras”. ¡Pobre cerebro 3D! Vieja cajita de CPU pasada de moda que, si no transmuta, recibe nuevos implantes de luz y desiste de los viejos implantes de limitación que frenan su expansión de conciencia, se desespera tratando de razonar cómo “vidas pasadas y futuras” ocurrirán todas al mismo tiempo.

“¡Alto, alto! —dice— mi cerebro 3D estalla; mi cabeza arde, mi estómago se revuelve y mi vista se nubla…”. Y se justifica: “Habré comido algo que me hizo mal… me habré intoxicado”. Sin saberlo, dice una gran verdad: la “intoxicación” se debe al ingreso —inconsciente— de nueva información en su estructura electrónica, que está produciendo la mutación de su ADN. Y su cuerpo resiste el cambio… entonces surge la enfermedad y aparece el cáncer, enfermedades poco frecuentes… Es simple: su vieja carcasa no está soportando la nueva información.

Si el tema era kármico y, en los años del planeta lento anteriores a 1999, se habían activado —por aprendizaje— chips con relojes biológicos en el cuerpo etérico con instrucciones para desencadenar enfermedades kármicas (cáncer, enfisema, psoriasis, etc.), y atribuyó su desaparición a un simple “¡Gracias a Dios!”, pero no siguió trabajando en ese sentido y volvió a las viejas costumbres que lo llevaron a esa crisis… O, peor aún, “gracias al médico que me salvó y me curó”, sin tener en cuenta a Dios… ahora no se explica el regreso de la enfermedad que había remitido en su momento: “No comprendo por qué, luego de tantos años…”.

Ocurre que nuestro ser inferior no advierte que lo único que tenemos en este plano es tiempo para aprender a amar lo distinto, amar lo que nos odia, soltar lo que decimos amar y reconocer que, como nuestro Padre, somos co-creadores de nuestra realidad. Ni una hoja cae de un árbol ni un cabello de nuestra cabeza sin una correspondencia en los Universos de Luz.

Hasta 2005 el ser inferior aún pudo decir: “No… esto no es para mí”, mantenerse al margen sin cuestionarse lo energético-espiritual o conformarse con el cumplimiento de un dogma de cualquier religión ortodoxa que le proporcionó inserción socio-cultural.

Pero este 2006 —año de cosecha multidimensional— no será posible. Ya en esta última parte de 2005 empezó a no serlo para muchos: la enfermedad propia o de seres cercanos, o el equilibrio del karma a través de la aparente injusticia en este espacio-tiempo (pero Justicia Divina multidimensional, al fin) los tocará para que presten atención a lo que no atendieron. Como es lógico, la primera etapa del descubrimiento energético es la repolarización y Dios puede aparecer en su vida, tal vez para odiarlo porque sobrevino la enfermedad o porque “se llevó” —injustamente desde 3D— a quien amaba y parecía tan bueno o inocente.

Si avanza rápido en sus procesos internos, quizá alcance el próximo nivel que conduce al equilibrio. Deberá entonces comprender que la muerte no existe, la injusticia no existe, la enfermedad no existe: solo hay estados de conciencia limitantes por incapacidad de ascensión de la energía; energía cuartodimensional atrapada (emociones y pensamientos negativos) producto de creencias. Esas creencias son torres de ladrillos de miedo cuya forma responde a los condicionamientos socio-culturales.

El que está muriendo —sea mi propio cuerpo o el del otro amado, por enfermedad, accidente o muerte dolosa— es crisol. Deja de serlo por libre albedrío cuando puede soltar las estructuras del miedo que consumen su materia: el espíritu irrumpe, y si él no suelta a sus enemigos internos, el fuego purificador —como en la caída de Jericó— consume su materia.

Si comprende y suelta a sus enemigos internos, y si sus “paredes” (cuerpo físico) han quedado en pie, tal vez continúe en este plano con una nueva oportunidad de religarse, de volverse a unir a la esencia espiritual de quien verdaderamente es y que, en la ilusión, había olvidado.

Este 2006, año de cosecha multidimensional, el ser inferior ya no tiene el atributo de elección. No porque se haya retirado el Libre Albedrío, en absoluto. Todo lo contrario: no puede “elegir” porque, sin darse cuenta, ya eligió. Siguió a su miedo y a las elecciones de su Ego/Niño Interior, entregó el poder de su realidad al siguiente nivel del Juego del Karma: su Alma; y esta, al Alma Colectiva, que entrega al Juicio del Karma la balanza multidimensional —el pesaje de las acciones buenas y malas de todas las vidas, de todos los tiempos, de todas las realidades— en que nuestra energía existe. Los egipcios hablaron de esto en los muros de sus pirámides: el pesaje de las almas en el salón del Juicio. Otras religiones también lo expresan con imágenes diferentes.

Nuestra Alma no mira intereses mezquinos 3D/4D —posesiones, familia, etc.—; mira Multidimensionalidad y su posibilidad de regreso al Edén perdido si permanecemos en el Camino del Medio. Sabe que, si perdemos la oportunidad, permaneceremos en los Universos kármicos, escindidos de toda opción de volver al Universo Padre.

La puerta para el regreso de la simiente adámica permanecerá abierta hasta el final de este ciclo. Luego se cerrará y el Árbol del Bien y del Mal desaparecerá del Edén. Será entonces el Séptimo Día de la Creación, la Era de Acuario. Y llegará el momento en que Dios Padre “descanse” porque su Creación habrá culminado y el Hijo Pródigo estará de Regreso a Casa.

Que el espíritu nos ilumine y nos guíe para vivir en la Gracia siempre.
Con Amor Incondicional
Brinda Mair

Encontrarás en el Sendero Profecías de Brinda Mair escritos sobre distintos temas que abarca esta profecía.

Implantes de limitación candado

SEO-ref: Septuagésima Semana de Daniel; año de cosecha multidimensional.




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Escrito por Brinda Mair · Categorías: Ascensión planetaria, Blog, Ciencias Sagradas

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