
San Martín de Porres para barrer lo negativo nos inspira con su vida humilde y luminosa, mostrando en lo simple la fuerza de lo sagrado.
Pide por su intercesión poder ver más allá de la realidad en donde estuvieras atrapado.
San Martín de Porres nació en Lima en 1569. Su padre fue un noble burgalés que más tarde sería nombrado gobernador de Panamá; su madre, llamada Ana Velásquez, era una mujer negra esclavizada y luego liberta, oriunda de Panamá y residente en Lima. Cuando su padre marchó a hacerse cargo del gobierno, Martín permaneció en Lima con su madre, creciendo en sencillez y servicio. A los 15 años ingresó en el Convento de Santo Domingo como hermano lego. Dedicó su vida al cultivo de plantas medicinales, al cuidado de los enfermos y al humilde oficio de barrer los ambientes del convento —que era muy grande— con tanta alegría que le apodaron “Fray Escoba”. Ese sencillo instrumento se convirtió en emblema de una santidad vivida cada día, una forma concreta de barrer lo negativo en uno mismo y en el entorno.
Poseía el don de profecía, con el que anunció la edad a la que moriría; también manifestó bilocación: fue visto en China y Japón animando a misioneros en dificultades. A veces salía del convento para asistir a un enfermo grave y regresaba sin llave ni ayuda. Decía: «Yo tengo mis modos de entrar y salir». Teólogos, obispos y autoridades civiles acudían a él en busca de consejo. Sencillo, humilde, penitente, caritativo y obediente en grado máximo, encarnó una profunda humildad cristiana. Murió en Lima en 1639 y el papa Juan XXIII lo declaró santo en 1962.

Entre lo cotidiano y lo milagroso
En su vida diaria no solo sobresalía su humildad, sino también sus cualidades místicas. Su iconografía muestra su imagen con el atributo de la escoba que representa el poder de barrer lo negativo. También destaca, al pie de sus imágenes, el que se haya agregado a un perro, un gato y un ratón comiendo juntos del mismo plato. Cuenta la tradición que ante los conflictos habituales entre los animales y las molestias que causaban los ratones, Martín les habló con mansedumbre y les ofreció comida en un mismo cuenco: «Coman y callen, y no riñan». El perro y el gato contuvieron su instinto, el ratón se acercó sin miedo y los tres compartieron en paz. Este relato es símbolo de concordia: enseña que la compasión puede reconciliar polos opuestos. También se le reconocen cualidades místicas como la profecía, con la que anunció la fecha de su muerte; la bilocación, al aparecer en tierras lejanas para sostener a misioneros; y la levitación en momentos de oración profunda.
Estos relatos no lo separan de lo humano, al contrario: nos recuerdan que lo extraordinario puede brotar de la humildad más sencilla.
Cómo invocar su intercesión para “barrer lo negativo”
Si atraviesas procesos intensos, recuerda la actitud de San Martín: mansedumbre, servicio y constancia. No necesitas grandes rituales. Si tienes afinidad con él, Cada vez que limpies tu casa, recuerda a Fray Escoba y di en silencio: “Así como barro el polvo, también limpio las sombras de mi corazón (o el dolor de mi alma, o lo que necesites)”.
Utiliza su intercesión para sanar relaciones irreconciliables, pidiéndole que se asienten los ánimos.
Esa es la senda para San Martín de Porres para barrer lo negativo en la vida cotidiana.
Que el Espíritu nos guíe siempre
Un abrazo de Luz
Brinda Mair
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