Bienvenidos a un momento de reflexión sobre un aspecto muchas veces olvidado cuando deseamos algo que pero esencial en la vida espiritual: el merecimiento. Más allá del propio mérito que creemos ganar con nuestro esfuerzo, el merecimiento verdadero se alcanza cuando nuestra vida se alinea con la divinidad. Sin esa conexión divina, incluso las aspiraciones más nobles pueden quedar sin manifestarse.
En la práctica espiritual, y especialmente al trabajar con los Nombres de Dios, es fácil caer en la idea de que el esfuerzo personal basta. El mérito propio es valioso, pero solo florece plenamente cuando hacemos espacio para recibir. Ese espacio para recibir bendiciones se nutre de una relación viva con lo divino. Esa conexión se abre desde la humildad y el reconocimiento de nuestras limitaciones humanas. Allí se inicia el flujo de gracia que expande nuestro merecimiento.
Cuando cultivamos la conexión divina, se abre un flujo de bendiciones que transforma nuestra vida
Las Ciencias Sagradas nos ofrecen herramientas para cultivar esa conexión: técnicas y prácticas que afinan nuestra sintonía con las frecuencias superiores. Al incorporarlas, no solo transformamos nuestro estado interior, sino que abrimos caminos para que la vida responda con oportunidades y bendiciones antes impensadas.
Te invito a escuchar mi podcast “Tres Minutos al Margen: El Merecimiento”, donde profundizo en este tema. Y en la sección “Destacados” de mi web encontrarás prácticas y enseñanzas que pueden acompañarte en tu propio camino hacia un merecimiento ampliado.
El merecimiento no es un premio, es un estado de apertura. Cuando nuestro mérito personal se entrega a la gracia divina, nuestra vida se alinea con su propósito más elevado.
Un abrazo de luz,
Brinda Mair
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