Los crisoles son seres vivos —humanos, animales, plantas— u objetos y propiedades que, por amor u odio (¿acaso los polos opuestos no son iguales?), activan en sí mismos la entropía, canalizando hacia su propia materia una energía presente en el grupo de almas o en la cadena hierática a la cual pertenecen. Esta cadena hierática no solo incluye a los humanos, sino también a animales, plantas, viviendas, objetos y seres visibles e invisibles que trabajan una misma energía.
La función de los crisoles es acrisolar la energía, purificándola. Algunos son conscientes de ello y otros actúan sin saberlo, quemando en su cuerpo físico, en su vida o en su entorno, energías que no han sido integradas. Cuando una familia terrestre encarna con un contrato de un ciclo kármico abierto, suele haber un miembro que actúa como crisol, absorbiendo y transmutando la carga energética del grupo.
Los crisoles humanos suelen experimentar enfermedades kármicas, accidentes o incluso muertes tempranas. Si el crisol es un niño o un joven, normalmente son Almas muy evolucionadas que vienen a cumplir esa misión y, en general, no permanecen mucho tiempo en este plano. Si es un adulto, puede revertir parte del proceso trabajando sobre su conexión espiritual en lugar de comprometer la materia.
También existen crisoles animales, generalmente domésticos, que limpian energía 4D de sus amos, a menudo enfermándose o incluso muriendo por amor incondicional. Algunas plantas como la ruda, el romero o la lavanda actúan como protectores energéticos, atrayendo hacia sí la energía densa. Incluso viviendas y propiedades pueden ser crisoles, manifestando bloqueos, derrumbes, conflictos o improductividad hasta que la energía sea transmutada.
Reconocer dónde actúan los crisoles en tu vida es un paso esencial para liberar energía 4D y sanar contratos kármicos.
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