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Los virus espirituales ¿qué son y cómo actúan?

Virus espirituales, parásitos psíquicos, imagen de virus tomada por microscopio electrónico.Los virus espirituales pueden manifestarse como espectros, cascarones, parásitos psíquicos, contaminación psíquica o armas psicotrónicas que ingresan en los cuerpos espirituales. Se caracterizan por la reprogramación de los infectados, afectando sus planos de consciencia con distinta incidencia. La infección suele impactar primero en un plano y, con el tiempo, se generaliza.

Hay muchos planos de consciencia que nos son desconocidos; sin embargo, se clarifican cuando aplicamos el principio hermético de la Ley de Correspondencia: “Como es arriba es abajo; como es abajo es arriba”.

En este marco, los parásitos psíquicos actúan como rutinas adherentes que aprovechan fisuras emocionales y hábitos repetitivos.

Este Principio es una Ley Universal que afecta a todas las dimensiones y arroja luz sobre lo que, de otro modo, resultaría incomprensible. Se convierte en un gran aliado de la mente, pues usa la lógica para descorrer el velo de lo desconocido y hacerlo visible. Enuncia que existe correspondencia entre lo que ocurre en un plano de consciencia y en otro. Podemos no conocer el mundo invisible, pero si algo existe en el mundo visible, por añadidura también existe en el otro. Comprender este Principio ayuda a encontrar pautas para muchos de los secretos del Universo. Si sigues mi explicación a través de distintos planos de consciencia, verás, por añadidura, que los virus espirituales existen.

¿Qué es un virus desde un punto de vista biológico?
La palabra “virus” proviene del latín y significa “veneno”. Son mucho más pequeños que las bacterias y dieron problemas a los investigadores que intentaron aislarlos como causantes de enfermedades infecciosas porque atravesaban los filtros; por ello se los asoció con “filtrables”. Dicho de otra forma, el “virus filtrable” es un veneno que pasa a través de filtros.

La estructura básica de un virus biológico está compuesta por una molécula de ácido nucleico (el código viral) y una envoltura proteica. Para muchos, los virus serían los primeros seres en la historia de la evolución de lo inerte a lo vivo.

¿Cómo actúa un virus cuando ingresa en un ser vivo?
Ingresa en el organismo y se dirige a un órgano susceptible. Existen dos opciones: que encuentre medios propicios para multiplicarse o que no. Si no los encuentra, queda en latencia, esperando el momento oportuno (bajas defensas, cansancio, estrés, mala alimentación) para replicarse.

El virus se dirige a una célula del órgano que mejor le brinde condiciones. Se instala sobre la pared celular e inyecta su ácido nucleico (su “programa”, ADN o ARN). El ácido nucleico viral se mezcla entonces con el ácido nucleico celular. El sistema inmunológico no puede atacarlo porque “se disfrazó de célula”; el virus se enmascaró (Estrategia de la Máscara). El código viral, instalado en el interior de la célula, la reprograma y esta trabaja para el virus, creando réplicas que avanzan infectando tejidos. De acuerdo con la patogenicidad, puede afectar solo un sistema o a todo el organismo, incluso ocasionar la muerte.

¿Cómo reacciona el organismo ante el virus?
Cuando una sustancia extraña (antígeno) ingresa en el cuerpo, el sistema inmunológico genera un anticuerpo que se adhiere al antígeno y lo neutraliza: respuesta inmune. En un organismo sano, esta respuesta es eficiente. Cuando el virus logró enmascararse, el organismo no puede atacarlo en condiciones normales.

¿Qué es un virus informático?
Es un programa, un código —como un virus biológico— que ingresa en el “organismo” del ordenador y va hacia un “órgano susceptible”, por ejemplo, la memoria. Se instala, inyecta su código y reprograma el código original. Conclusión: el equipo comienza a fallar. Según lo nocivo del virus, puede invadir otros componentes hasta ocasionar la destrucción del ordenador.

Si pasamos distintos antivirus por nuestra PC, veremos que unos encuentran virus que otros no, pero que están ahí, muchas veces sin causar daño, esperando el momento oportuno para replicarse.

Según el Principio de Correspondencia, si un hecho se da en el plano físico (nuestro cuerpo) y también ocurre en Internet —que es la 4D plasmada en el plano físico—, por añadidura ocurrirá en el plano espiritual.

¿Qué es un virus espiritual?
Los virus espirituales pueden ser energías de 4D, 6D y 8D en polaridad negativa. En este contexto, las dimensiones pares contienen la energía dual (positivo/negativo) a equilibrar en el ascenso planetario. Pueden presentarse como espectros, cascarones, parásitos psíquicos, contaminación psíquica o armas psicotrónicas que ingresan en los cuerpos espirituales y reprograman al infectado, afectando sus planos de consciencia con distinta incidencia. Suele comenzar afectando de manera predominante un plano hasta generalizarse.

Una infección viral que afecta el plano mental, por ejemplo, provoca un cambio rápido en la forma de pensar. La persona puede pasar de un extremo a otro sin despersonalización. La frase común es “le llenaron la cabeza”: es decir, la infectaron. Si la persona pudiera ver espiritualmente, el bajo astral adoptaría formas que la visión simbólica decodifica como cucarachas, pulgas, hormigas, arañas, serpientes o boas constrictor (frecuentes en las jaquecas). En otro nivel de consciencia, son bloques de energía de formas-pensamiento y emociones negativas (4D).

La “víctima” no tolera su carga. Siente intranquilidad y, al no poder ascender la energía, busca a otra persona para compartirla: llama, cuenta “lo que le pasó” y descarga parte de su 4D. Es muy común entre madres e hijas o en ámbitos laborales feminizados; cuando afecta a hombres (cotorreo), suele reflejar un aspecto yin activo. El caldo de cultivo es profuso y se buscan “crisoles” para la descarga (por ejemplo, en escuelas con “chicos problema”). Los parásitos psíquicos se fortalecen cuando hay descarga emocional sin transmutación consciente.

También la energía viral impregna lugares que actúan como crisoles: allí “pasa de todo”. Muchas infecciones aparecen al mudarse; la permanencia parasita al más susceptible.

Otro elemento son los vehículos. Hay personas que, al ingresar en su automóvil, se transforman: de tranquilos a agresivos. El coche condensa la energía psíquica propia y la de otros de igual polaridad (“proyecciones psíquicas”). En Ciencias Sagradas se denomina a esta energía “cascarón” y los parásitos psíquicos se alimentan de esa condensación si no hay higiene espiritual.

Los cascarones son energías psíquicas desprendidas por humanos que actúan como entes independientes, aunque no sobreviven sin ser alimentadas. Si un cascarón es de odio, buscará a quien lo tenga dentro. ¿Cómo no habrá accidentes? Para que no los hubiera, habría que conducir en meditación activa y unión con Dios. El odio interno es una bomba de tiempo. La salida: orar y pedir Clemencia y Misericordia Divinas; resignificar actos en diálogo interno con Dios.

En un estadio de fútbol se crea un cascarón colectivo que los jugadores “queman” corriendo; el “orgasmo” de esa descarga es el gol. Si no llega, la energía no ascendida puede volverse violencia. La “higiene espiritual” reside en pensamientos equilibrados, nunca en el exceso.

Una infección también puede afectar el cuerpo emocional (p. ej., ataque de pánico). Toma un órgano —riñones o zona posterior del plexo solar— y se extiende hasta afectar el psiquismo. Puede volverse crónica y contaminar colectivamente (miedo global). Los medios masivos administran la estructura del miedo mundial; también operan canales individuales al servicio de la Oscuridad: envidia, codicia, lujuria, odio, avaricia, soberbia, gula e ignorancia. En contextos de crisis, los parásitos psíquicos amplifican el contagio del miedo y fijan bucles de rumiación.

Observemos el karma familiar: aunque no consumas noticias, puedes convivir con alguien que sí y “te pase el parte diario”. Aunque intentes no prestar atención, la exposición y los vínculos pueden “cargar” energía no ascendida.

¿Cómo revertir la contaminación psíquica de medios y del karma familiar?
Hallando la paz dentro para no encontrar guerra fuera. Intentarán reflejarte conflicto —“los infectados” buscan infectar—, pero si la infección no está adentro, reflejarás paz. Para que haya paz fuera, la paz debe ser interdimensional: no basta la Máscara de la paz aparente. Trabajar paz en pensamiento y emoción; luego hilar fino para descubrir causales.

Si, creyendo tener paz de pensamiento, palabra y obra, todavía se refleja guerra o violencia externa, el tema suele venir de la pentadimensionalidad abierta: ciclos kármicos activos (“otras vidas”) ligados al Eterno Presente. La energía multidimensional, en tiempos de disolución de velos, tiende a equilibrarse a ambos lados del tiempo.

  1. La infección que incide sobre el plano espiritual dependerá del tipo de energía ingresante y del elemento al que la energía parásita pertenezca (fuego, aire, tierra o agua). Puede ir desde una fuga de energía (agotamiento extremo) sin causa física, hasta la despersonalización. El equilibrio elemental se refleja en la estrella pentagonal, relacionada con las caras pentagonales del dodecaedro: el Merkabah de la Tierra.

Somos seres multidimensionales; atrapados en el Universo Kármico, dentro de la geometría dodecaédrica del vehículo Merkabah Planetario, nos movemos pentadimensionalmente. Las diagonales internas del pentágono forman la estrella de cinco puntas: con vértice hacia arriba, el hombre que busca a Dios; invertida, la elección de la oscuridad. Su equilibrio depende del balance de los elementos: agua (emociones), tierra (acciones), fuego (pasiones) y aire (pensamientos).

En cada aprendizaje, las presiones de la 4D (emociones/pensamientos) y del astral/mental planetarios generan tensiones que inclinan —o invierten— la estrella pentagonal. Ella fundamenta la rueda kármica: estructura virtual donde transcurre la vida (pasado, presente, futuro).

La rueda kármica se relaciona con las dimensiones pares y trae energía complementaria desde el otro lado del tiempo cuando se abren puertas interdimensionales. Como un disco duro: aunque borremos, hasta formatear no hay espacio; y tras formatear, hay que reinstalar programas. Esos “programas” son los que instalaron familia y sociedad: hace falta software nuevo para cambiar la historia. Eso es “Abandona el Laberinto” y “Conexión con el Alma” integrados, como reprogramadores de la articulación a la Matriz.

Todo esto implica cambiar la forma de ver la vida. No hay obligatoriedad: el Plan Divino se cumple para el alma, aun atravesando el abismo. Sin cambios de fondo, los “sueros espirituales” son paliativos; las “vacunas” crean inmunidad. El recurso del reinserto en la Matriz suele ser la amnesia voluntaria o el odio que no olvida —más dañino para quien lo emite—. En todos los casos, los “muros” internos ceden cuando los enemigos internos activan el infierno temido, recordándonos equilibrar la estrella pentagonal.

La memoria RAM cotidiana no retiene todo; los archivos de ciclos kármicos, sí. Un “virus” puede reactivar esos archivos y traerlos al presente: se repiten hechos con otros actores, misma energía. Nuestro trabajo: generar anticuerpos en 3D y 4D para sostener el equilibrio.

Otra vía de contaminación psíquica son las armas psicotrónicas: energía psíquica dirigida sobre individuos, grupos o regiones. Pueden invertir la polaridad del campo energético (todo se aleja), cerrar chakras y enfermar. A veces se revierte el efecto, no la causa: lo que atrae el “virus” artificial es interno y kármico. En estos escenarios, los parásitos psíquicos actúan como oportunistas, fijándose allí donde la polaridad quedó invertida.

Todo esto sucede porque la energía “se filtra” a través de barreras naturales de nuestros cuerpos espirituales. El cuerpo etérico —ligado al físico— presenta la llamada “tela búdica”, con marcas y virus no activos de ambos lados del tiempo. Cuando un ciclo kármico se activa, aparece la “marca” en 6D y 8D, atrayendo energías afines para aprender. Al cancelar el contrato del alma, la marca desaparece.

Cada nuevo rango de misión espiritual aporta nuevas marcas. Quedarse inmóvil puede dar una calma aparente, pero la ascensión del planeta disuelve velos: llegará el día. La Tierra asciende y separa paja de trigo.

¿Qué hace susceptible a una persona al ingreso de un virus espiritual?
El imán es el miedo y la culpa: muy humanos y kármicos. La presencia de virus espirituales de baja agresividad puede generar anticuerpos, lo cual es positivo. Pero hay virus destructivos cuya atracción responde a aprendizaje pendiente.

¿Influye creer o no? Como es arriba es abajo: no creer en “virus” muy nocivos del ciberespacio no evita su ingreso. Dependerá del manejo energético multidimensional.

Lo que atrae a los virus puede estar determinado por:

  • El karma grabado por los astros en la concepción o impronta de nacimiento.
  • El karma de grupo: aprendizajes comunes de un grupo de almas (familia, profesión, región).
  • Contaminación psíquica: infección por contacto con infectados.
  • Ley del karma: causa y efecto: equilibrio multidimensional sin Ascensión; la 4D se desplaza entre tiempos activando aprendizajes.
  • Desequilibrio de los elementos internos (agua, tierra, fuego, aire) que atrae energía parásita del elemento en falta.
  • Exposición a focos donde los parásitos psíquicos circulan en masa (multitudes hostiles, chismes, entornos hiperstimulados).

¿Cuándo se atrae a un virus?
Cuando adentro existe una energía de igual calidad: los enemigos internos —emociones y pensamientos negativos de 4D— luchan contra el Yo Dios y condicionan las acciones, ligándonos al karma pendiente. Odiar al otro es odiarnos en su Espejo. Solo la frecuencia crística libera de esa esclavitud.

¿Cómo ordenar a los enemigos internos para dejar de atraer energías negativas (virus) y aprendizajes de dolor?
Hallando el equilibrio de la estrella pentagonal (nuestros elementos), entregando el poder a lo Superior y gobernando con el Yo Crístico. Mientras el gobierno esté en manos de Egos déspotas o desvalorizados, reinará la anarquía y los parásitos psíquicos proliferarán.

¿Cómo se produciría una respuesta inmune efectiva ante un virus espiritual?
Como en el cuerpo físico, el sistema genera anticuerpos específicos; queda memoria para futuras defensas. En espiritual, primero definimos “ciclo kármico cerrado”: aprendizajes incorporados en otras escenas del Eterno Presente. Cuando en el hoy se produce una respuesta inmune efectiva, atraemos más anticuerpos del otro lado del tiempo. También hay “transferencia” de anticuerpos espirituales en los primeros años de vida, al estilo de la leche materna.

Los ciclos kármicos abiertos traen al aquí y ahora lo no resuelto, activan enemigos internos y favorecen infecciones cuando los muros defensivos fallan (en su justa medida, los muros son necesarios). El karma familiar transmite aprendizajes no resueltos de padres a hijos. Para cerrar el ciclo, debemos cuidar territorio: amarnos, perdonar, soltar, equilibrar dar y recibir, no admitir vampirismo energético por miedo o desvalorización.

En un planeta de velos que se disuelven, la energía busca el equilibrio interdimensional. Los virus espirituales actúan como activadores del traslado de energía entre tiempos: mensajeros que anuncian tormentas internas. A veces, tocar fondo permite, por Gracia, crear inmunidad y liberarnos de la ilusión que venían a clarificar.

¿Cómo saber si hemos adquirido inmunidad?

  • Si, al repetirse la situación, la resolvemos con autovaloración y sin enojo, soltando lo que ya no corresponde: respuesta inmune eficiente.
  • Si, ante la oportunidad de aprender, corregimos antes de que el desfase se manifieste en 3D, sin miedo, comprendiendo que nuestra historia no necesita ese sendero.
  • Si percibimos la trascendencia del aprendizaje y el flujo interdimensional por Revelación (7D). Entonces deja de repetirse; si reaparece, ya no afecta: inmunidad natural adquirida
  • Si disminuye la sugestión externa: los parásitos psíquicos ya no encuentran anclaje estable.

Somos seres multidimensionales
Nuestro karma está grabado en distintas dimensiones y, según nuestras barreras, se manifiesta con mayor o menor facilidad en 3D. Nuestros relojes biológicos se activarán según nuestras elecciones. ¿Cuál es la Gracia de la vida? Encontrar a Dios en ella y hacer espacio a Su Venida, convirtiendo la vida en un Arte.

Que el Espíritu nos guíe siempre.
Con Amor Incondicional.
En la Gracia siempre.
Brinda Mair

(*1) En 1938, el cineasta estadounidense Orson Welles tenía un popular programa de radio. El 30 de octubre transmitió una adaptación de La guerra de los mundos. Quien encendía la radio sin la introducción podía no distinguir la ficción.

(*2) Ver: “La pentadimensionalidad y la estrella pentagonal buscando el equilibrio” – Brinda Mair. Enviado a la Lista Merkabah el 14-02-2006.

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Escrito por Bea · Categorías: Autoconocimiento, Blog · Etiquetas: armas psicotrónica, contaminación psíquica, estrella pentagonal, Ley de Correspondencia, Merkabah de la Tierra, virus espirituales

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