El Espejo de los otros me ayuda a aprender de mí mismo cuando descubro que el Espejo y yo somos aspectos de la misma realidad: mi Espejo va cambiando a medida que yo cambio.
Cuando me doy cuenta de que el Espejo y yo somos reflejos de una misma verdad, tanto en la realidad visible y objetiva como en la interna y subjetiva, surge en mí el movimiento de la No Lucha. Ya no intento cambiar lo que veo fuera, sino que me enfoco en transformar mi propia realidad interna, la única que puedo modificar. A medida que mi interior se sana, mi Espejo se transforma.
En ese momento, cuando el afuera y el adentro se equilibran y la imagen externa se vuelve tan luminosa como la interna, el Espíritu de Dios que habita en mí, y que aguardaba a que despertara de la ilusión, encuentra un canal para expresarse en el mundo físico. Mientras no recuperaba el poder sobre mi propia percepción, la ilusión gobernaba mi experiencia.
Entonces comprendemos la escena del cuento: “Espejito, espejito, ¿quién es la más bella del mundo?”. Como la madrastra de Blancanieves, nos miramos en el Espejo, expectantes, atentos. Pero ahora, a diferencia de antes, estamos despiertos y sabemos lo que el Espejo significa.
Ya no discutiremos con nuestro Espejo, porque ¿tendría acaso algún sentido? Seguramente no. Simplemente, giraremos la mirada hacia nuestro interior en busca de aquello que el Espejo nos muestra y que no habíamos reconocido antes. Así lograré aprender de mi mismo. Agradeceremos y bendeciremos la existencia del Espejo, porque es quien nos enseña el camino de regreso a Casa, integrando nuestras dualidades y revelando la verdad que habita en nosotros.
Brinda Mair
Fragmento del Capítulo 3 — “Estrategia del Juego: El Espejo” del libro
«Conexión con el Alma — Abandona el Laberinto«.
Autora: Brinda Mair —
Ed. Kier
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