Daniel profeta y el Santo temor de Dios nos muestran cómo la fidelidad abre la lucidez para leer los signos divinos. Su vida en Babilonia ofrece claves prácticas para hoy, según las profecías bíblicas del Libro de Daniel.
La historia de los santos inspira, y la de los profetas ilumina lo que parece indescifrable. No siempre es sencillo comprender el Antiguo Testamento, pero en diálogo con los compañeros de Canalizandoluz, descubrimos cómo esas palabras cobran sentido y se convierten en enseñanzas prácticas aplicables al aquí y ahora. En el caso de Daniel profeta, he escrito sobre su vasto libro bíblico en la profecía «La Septuagésima Semana de Daniel». ¡Te invito a leerla!
La energía de Daniel fue tal que impulsó la conversión del rey pagano, manifestando la soberanía de Dios sobre los asuntos humanos: «Ciertamente, vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de reyes, el que revela los misterios… Ahora yo, Nabucodonosor, alabo y glorifico al Rey del cielo… su reino no será jamás destruido…».
Historia de Daniel. Pertenecía a una familia importante en Jerusalén. Joven de fina inteligencia y dedicación al estudio, fue llevado prisionero a Babilonia junto a otros jóvenes. Aunque en la corte se les ofrecieron manjares, eligieron permanecer fieles a la Ley, pidiendo alimentarse con legumbres y agua. Dios los bendijo con mayor lucidez que a sus compañeros.
Llegó la prueba: el rey tuvo un sueño cuyo contenido olvidó. La célebre ciencia caldea no pudo interpretarlo. Daniel pidió tiempo, convocó a sus amigos Ananías, Misael y Azarías para orar, y Dios le reveló el misterio en una visión nocturna. Ante el rey, Daniel confesó que la ciencia de la profecía es don de Dios, recordó el sueño e interpretó su sentido. (Libro de Daniel)
Más tarde, una estatua de oro exigía adoración so pena de muerte. Los amigos de Daniel rechazaron la idolatría y fueron arrojados al horno de fuego; el Ángel del Señor los preservó ilesos mientras cantaban: «Bendito seas, Señor… no retires tu misericordia… trátanos conforme a tu bondad».
Después, Daniel fue arrojado al foso de los leones por negarse a adorar a un dios pagano, y los leones no lo tocaron. Su Santo temor de Dios y su fidelidad le atrajeron sabiduría divina —don de consejo— y la gracia de revelar sueños y visiones. Llegó a ser primer ministro bajo Nabucodonosor, Baltasar, Darío y Ciro, conservando su cargo por su conducta ejemplar, piedad y devoción.
Un día para dar gracias por los testigos de la fe que nos han precedido.
Profecía de Brinda Mair: «Nos aproximamos a un cierre de ciclo. Todo cierre exige balance. Este año habrá balance multidimensional: acciones de distintos tiempos buscarán un vórtice para equilibrarse. La vía es el Oficio de Cristo y la manifestación de los dones del Espíritu…» Continúa en: Septuagésima semana de Daniel.
Con Amor Incondicional
Brinda Mair
Fuentes consultadas: Linaje escogido; Santopedia
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